Fedor 01 (fragmentos de una novela en gotas)



-Cuánta felicidad -pensó Fedor-, cuánto amor arcilla.
Y de la arcilla, casi como un salto, trajo a su mente alcanfor la ausencia de Cláusia, víbora de xilófono, libro de cuentos, espiga carnal. Inventó un recuerdo (y mientras lo hacía sus ojos la modelaban en el aire viscoso del esperma) como se recuerda al pan de los mediodías: la vio sentada con su pollera de mimbre en el capot del auto escorpión con la escultura de arcilla en las manos y los suburbios de la cara marcados con fuego.
-¿Qué pasó, otra vez nadando en el horno? -le preguntó.
-No -respondió la serpiente-, apenas un estilete al rojo para pintarme los labios.
Entonces la levantó con las jeringas, con tanta fuerza, con tanto betún, que la escultura rodó calle abajo para detenerse junto al buzón negro alpiste que adornaba la vereda del vecino.
-No es nada -gimió ella (ofidio sentimental) deslizando sus ojitos por la destruida forma de barro-, apenas una escultura al rojo para coserte los labios.


Si te cansa leer, escuchalo...