Fedor 02 (fragmentos de una novela en gotas)



Existi
ó un designio. Quien lo ignorara sería castigado. Referiré la historia de ese castigo. Pondré ante vuestros ojos las pruebas, los olores, los gritos de estos hombres que vivieron olvidando. Verán que el recuerdo es un arma letal. Verán que la miseria es amante de la fe.
¿Lo conocen? "Fedor" se llama, pero pronuncian "Jedor". Es el hombre abanico, el de la cara con sucursales, el que asesina con el olfato, el que marca las cartas con moco, el que tiene un escritorio de humo, una l
ámpara de esferas y un cigarrillo en el agujero de la sien. En las negras mañanas de enero, cuando dirige las apuestas del mar, se pone un chaleco oscuro con brotes de placenta (su prenda más adorada), y abraza el teléfono inflable con las manos jeringa que tanto asustaban a sus hijos (Rafael, Armingo y Cláusia), niños lobo, puercos de espinas en los párpados. Esos chicos están siempre con las escamas (los ojos) abiertas, porque las espinas se les clavan cuando quieren cerrarlas, y lloran vinagre, hilos de sangre, pececitos de cemento; hasta que respiran solcitos por última vez y se despiden de su padre escupiéndole en la pierna, la misma que se saca en las tardes para que Margarita, la enferma (enfermera), le sobe los gustos hasta saciarlo, hasta dejarlo puré.


Fragmentos anteriores...
Fedor 01