Siguella

Dellarranco aquel gestito que fue mío,
el parco guiño que sus rostros no regalan,
la fentera de mentirme inmaculado
y el doloroso sonreír de las derrotas.

1 vaivenes:

Anónimo dijo...

acá, en este cuasi-ritual de leerlo, mundoble.

estos pensamientos suyos deben ser muy íntimos, así que le dejo abrazos nomás esta vez...