Y entonces fue que vino y puso y fue canción,
desmadejó su propio andar para volverse fe,
no dejó de mirarse los atrases, los despueses,
los varios desvaríos, la panzada final de ayeres.
Subido y cayente gritó un par de silencios, dos,
casi cuatro silencios potentes, animales, fríos,
los gritó muriente, pariendo las letras y los lodos,
sabiendo que su mueca sería piedra, lápida y piel.
Y entonces aquel sabor que su miedo acordonaba
pronto se fue volviendo golosa golosina, amargot,
iracundo argot amargo que sigue siendo armadura,
puerco y sangrío dolor que no se duerme ni muerto.
...
desmadejó su propio andar para volverse fe,
no dejó de mirarse los atrases, los despueses,
los varios desvaríos, la panzada final de ayeres.
Subido y cayente gritó un par de silencios, dos,
casi cuatro silencios potentes, animales, fríos,
los gritó muriente, pariendo las letras y los lodos,
sabiendo que su mueca sería piedra, lápida y piel.
Y entonces aquel sabor que su miedo acordonaba
pronto se fue volviendo golosa golosina, amargot,
iracundo argot amargo que sigue siendo armadura,
puerco y sangrío dolor que no se duerme ni muerto.
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