P A L A B R A S


Rio de Janeiro, 2006

Porque la sola palabra no se barre de hastíos
tenemos que acudir a lavarle las almas,
a rasguñarle de la esquina el agudo negror.

La ingrata balbucea su orrivle ortografía
suponiendo que encesta sintácticos triples,
pero apenas si nos rasguea las penas
mientras la noche, al fin, decide ser día.