Seram

Se mueve trotando la playa de espadas
cuando escucha inquieta su propia canción:
¡No callo, me callan los callos de Callas!

La risa primera pensó ser vanguardia
y miró desde atrás el vestido urgente
que el pueblo arañaba "quitandoseló".

Entonces la espuma, volviéndose ajena,
desnucó sus penas con un andador
que andaba los mares sin piernas ni espuelas:
apenas tres clavos en el corazón.