Cuando la simple palabra se convierte en reservorio de acusaciones, la música de los muchos que juntos hacen se me vuelve atonal. No paralizo, aunque las sabias vocecitas carraspeantes de lucha me lo endilguen. Mi arena va a quedarse sin granitos, mi nuestro aquel este nuestro de ellos mar va prontito a ser ahogo si no manos o gritos o piernas se juntan y bailan y pelean y no lastiman. La vanguardia fue siempre retaguardia de almitas enclenques, no tibias pero que no llegan a hervir. Mi bajo trabajo apenas me deja, cuando no viajo, mantener ese pobre rejunte de miedos y creer que lucho y hago ques blog. ¿Y las letras, las M, las K, las CHE, la H del h@mbre? ¿Y la inmunda carencia de pertenencia? ¿Y el árbol de hijos de los todos? ¿Y el sentido roto trajinado matado vaciado? ¿Y los culpables ellos? ¿Y la culpa nuestra pura rota fiel que nos ronda? ¿Y el duelo eterno que será es fue nuestro cerco? No me gusta caminar con impares, no me gustan los océanos que guardan muestran regodean falsos griales. Apenas quiero (y es egoísta, poco, laxo, de solidaridad nula) una sonrisa en los suburbios del rostro de mi hija, una mueca de fe-licidad que le borre la mustiangustia. Y le busco ese cielo como puedo, carajo.
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2 vaivenes:
Sépase hacedor de cielos, entonces, como puede, lo hace.
hay que joderse
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