Llorar tu llanto. Reir tu risa. Sangrar tu sangre. Seguir tu lucha.
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El jueves, como sabés, se cumplía un nuevo aniversario del asesinato de Darío Santillán y Maxi Kostecki. Felipe venía en el auto con Mariana distraído con sus juegos, pero pescó que en la radio hablaban de eso. Ahí vinieron sus típicas indagaciones:
Felipe: Mamá, ¿quién los mató?
Mariana: La policía Feli.
Felipe: ¿Y por qué? ¿qué estaban haciendo?
Y ahí vino una breve explicación de Mariana que no estaban haciendo nada malo, que estaban diciendo y haciendo lo que pensaban que estaba bien, y que terminaba hablando que hay policías malos ...
A lo cual Felipe remató con la frase: “Si. Como los que mataron a Pocho (Lepratti)”
Bien.
Felipe: Mamá, ¿quién los mató?
Mariana: La policía Feli.
Felipe: ¿Y por qué? ¿qué estaban haciendo?
Y ahí vino una breve explicación de Mariana que no estaban haciendo nada malo, que estaban diciendo y haciendo lo que pensaban que estaba bien, y que terminaba hablando que hay policías malos ...
A lo cual Felipe remató con la frase: “Si. Como los que mataron a Pocho (Lepratti)”
Bien.
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Una madrugada cuando todos estábamos muertos, a vos te arrancaban de nuestro lado.
Te arrancaban de la cama donde dormías junto a Noe y tu hijo por nacer. Con Nati y Emi en la pieza del al lado. Te arrancaban de las entrañas de mamá y de los pulmones de papá. De la vida nuestra, de tus compañeros, y de la de los que todavía aún no te conocían, que ahora son cada vez menos, porque seguiste haciendo amigos, hermanos.
Ya he escrito mucho y temo repetirme.
¿Y que hay si me repito? ¿acaso lo que siento no es siempre lo mismo?
No. No, claro. Siempre es distinto, a veces estoy más tolerante que otras. Pocas. A veces pienso que hay que debo ser más tolerante. Pocas.
Pero siempre sigo reclamando justicia. Juicio y castigo. Siempre sigo teniendo en claro de que lado estoy. Estamos, bah.
Lo que no cambia es todo lo que te amo. Y todo lo que significas en mi vida. En serio, en tu caso, en el de papá también, las ausencias son tan inmensas que siempre iluminan mi camino. Allí donde dudo, donde aflojo, donde empiezo a traicionarme: aparecés. Aparecen. Estás. Están. Siempre estás.
Te amo. Te amamos. Te amamos. Te amamos. Te amamos. Te amamos. Te amamos.
Te arrancaban de la cama donde dormías junto a Noe y tu hijo por nacer. Con Nati y Emi en la pieza del al lado. Te arrancaban de las entrañas de mamá y de los pulmones de papá. De la vida nuestra, de tus compañeros, y de la de los que todavía aún no te conocían, que ahora son cada vez menos, porque seguiste haciendo amigos, hermanos.
Ya he escrito mucho y temo repetirme.
¿Y que hay si me repito? ¿acaso lo que siento no es siempre lo mismo?
No. No, claro. Siempre es distinto, a veces estoy más tolerante que otras. Pocas. A veces pienso que hay que debo ser más tolerante. Pocas.
Pero siempre sigo reclamando justicia. Juicio y castigo. Siempre sigo teniendo en claro de que lado estoy. Estamos, bah.
Lo que no cambia es todo lo que te amo. Y todo lo que significas en mi vida. En serio, en tu caso, en el de papá también, las ausencias son tan inmensas que siempre iluminan mi camino. Allí donde dudo, donde aflojo, donde empiezo a traicionarme: aparecés. Aparecen. Estás. Están. Siempre estás.
Te amo. Te amamos. Te amamos. Te amamos. Te amamos. Te amamos. Te amamos.
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(Miguel Angel Horton – detenido desaparecido, arrancado de su cama donde dormía junto a su hijo que estaba en la panza de Noemí)
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Adrián Horton
2 vaivenes:
Te amamos Miguel
Te amamos, Miguel
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