Roberto Juarroz - Poemas Inéditos 3

Los hombres sólo creen en los rostros,
en los rostros izados como topes,
en las banderas turbias de los rostros.
Por sus ranuras de borde humedecido
hay mucho sitio suelto,
sitio para el pan, el beso, la palabra y el aire,
sitio para la risa y la vergüenza
y para el pie, la máscara, el dije,
el corazón, la lágrima y el sueño.
Es una procesión de cirios vivos
por un extraño desfiladero de fantasmas.

Pero hay uno que anda perdido entre los rostros,
uno que va después de su camino,
desertor de este oficio de muecas,
inclinándose por los contornos como un merodeador,
levantando algo que nadie distingue.
Las palabras caen de su rostro como frutos,
pero algo dice que su cosecha está en otra parte,
en alguna cisterna embosquecida
donde los labios sobran.

El ausente de los rostros
va como enterrado entre rostros,
sin verlos o viéndolos en todo,
como enterrado entre ropas del amor,
gestión de la vida o de la muerte por un aire decisivo,
olvido de la muerte o de la vida,
encontrador o perdedor.

En él acaba algo.
En él empieza algo,
es una orilla,
último sitio de quién sabe qué tierra sigilosa,
último borde de los rostros,
frontera de raíz.
Los rostros miradores la requisan,
dibujantes expertos.
Pero lo vivo no se puede mirar
y lo muerto tampoco.
Sólo hundiendo se mira,
solo hundiendo y hundiéndose.

Hay un rostro chocando entre los rostros,
El hundidor más solo, el único,
doblando sobre una larga orilla de cristal.

Roberto Juarroz
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