Salvador


Pelourinho, São Salvador da Bahia de Todos os Santos, 2006

¡Tanta sangre escupiéndonos la venas!
La negritud esparciéndose, siendo culpa.
Cada espacio invadido, cada boca de muecas.
Salvador castigó esta soberbia nuestra,
la deshizo en panes, y en saliva.

Para cada quien hay un destino,
pero Bahia se guarda, entera,
para los esclavos añejos.